El diccionario de la maternidad de la A a la Z - J de juego

Esta es la 4º entrega del gran diccionario de la maternidad (en mi caso la 2º) y estoy feliz de participar en este genial emprendimiento de Trimadre a los 30. Si querés ver mi entrega anterior (I de intuición) dale click acá.

En esta oportunidad elegí la J de Juego y (Oh, casualidad!) justo ayer 28 de mayo fue el Día Internacional del Juego. Así que esta entrada viene como anillo al dedo y qué mejor homenaje, che.


La verdad, la definición de Juego de la RAE no me convence del todo o más bien la veo incompleta. Según este diccionario, Juego (del lat. iocus) es, entre otras cosas que no vienen a colación:
Acción y efecto de jugar.// Ejercicio recreativo sometido a reglas, y en el cual se gana o se pierde.

En todo caso se acerca más, aunque no del todo (a lo que acá me convoca y quiero expresar), la definición de la Wiki cuando dice que el juego es "una actividad que se utiliza para la diversión y el disfrute de los participantes; en muchas ocasiones, incluso como herramienta educativa."
Ahora, está claro que el juego es una actividad inherente al ser humano y que todos desde muy pequeños (cuando aún no sabíamos hablar y mucho menos movilizarnos) aprendimos a relacionarnos con nuestro entorno desde el juego y no de otra forma. Y así a través de los años. Hasta que llegamos a adultos y (unas reglas tontas de protocolo) nos dicen que ya no podemos jugar (somos adultos y hay que ser responsables). Cosa que me parece una verdadera pavada porque creo (sin temor a equivocarme) que el juego es el motor de nuestras vidas. Es la mejor forma de expresión infantil y aunque ya grandes, nunca perdemos al niñ@ que llevamos dentro.

Así que partiendo de esta base arranca mi post de hoy, J de Juego.

Ahora, ¿Qué rol ocupa el Juego en la maternidad? (porque esto es un diccionario de maternidad, no te olvides). El juego es la primera forma de relacionarnos con nuestros hij@s después de la alimentación y la contención. Además de ser la actividad principal de la infancia es una necesidad a lo largo de toda la vida. A través del juego sacamos a la persona curiosa de adentro, exteriorizamos y ahuyentamos los temores que tenemos escondidos. Es un acto liberador!!! Y con la maternidad (y la paternidad también) REvivimos esos momentos mágicos que nos regala el juego y REdescubrimos la infancia en nuestro propio cuerpo. Y no sólo eso, también REdimensionamos y REdefinimos la palabra juego para decir algo más. En un abrir y cerrar de ojos nos convertimos en:

Payasos: buscamos mil formas de arrancar una sonrisa de la boca de nuestros hijos con apenas minutos de vida.
Bailarines: danzamos al compás de canciones y publicidades infantiles.
Intérpretes: nunca imaginamos que podríamos aprender todas las letras de canciones infantiles habidas y por haber.
Autores: Inventamos las canciones y arrullos más insólitos y ell@s felices.
Ventrílocuos: hacemos hablar a los muñecos sin que se den cuenta que somos nosotros.
Titiriteros: dándole vida y movimiento a peluches y muñecos.
Magos: aparecemos y desaparecemos con un "Dónde está? Acá está" o "Peek-a-boo".
Artistas: podemos pintar horas como si el tiempo no corriera.
Acróbatas: saltamos en la cama esquivando almohadonazos. 
Deportistas: sí que corremos cuando tenemos hij@s (y cómo!!!)
Cocineros: tratamos de hacer las recetas más sabrosas con las decoraciones menos pensadas con tal de que coman verduras!!!

(Uff! Hay mil personajes y de hecho, uds pueden ayudarme proponiendo otros. Queda abierto el juego!)

Porque en definitiva, jugar es compartir y conectarnos con nuestr@s hij@s pero sobre todo con nosotros mismos (con nuestra esencia). En los varones es mucho más fácil (y acá me van a dar la razón los caballeros) volverse niños en un santiamén! Lo veo en el papá de Muriel cuando están juntos. Se vuelve el más niño de todos y le enseña cosas de las que después puede arepentirse (?). Le encanta jugar con su hija.
En mi caso, siempre tuve afinidad con l@s niñ@s desde muy chica. De hecho, familia y amig@s bromeaban con que era una nena más cuando me encontraba con sobrin@s e hij@s de amig@s. Me convertía (como por arte de magia) en una criatura y disfrutaba (de hecho sigo disfrutando) del juego. Hoy me enorgullezco de eso, porque no perdí esa capacidad lúdica. Y hoy (sí, de nuevo porque me gusta remarcar que hoy) con mi hija en brazos (bueno, es cierto que ya camina pero se entiende la idea no?) disfruto de jugar con ella y disfruto al verla jugar y mucho más disfruto (disfrutamos) jugando los tres.

Creo firmemente que el juego libera. Creo firmemente que a través del juego nuestr@s hij@s aprenden y aprenden a ser personas abiertas, críticas, libres. Creo firmemente que a través del juego nuestr@s hij@s (y también nostotros adultos) nos convertimos en personas alegres y creativas. 
Creo firmemente que la transformación del mundo empieza por la crianza de nuestr@s hij@s y al incorporar lo lúdico como pieza fundamental de la relación con ellos y de ellos con el mundo. Creo firmemente que a través y por el juego logramos que nuestr@s hijos crezcan con plenitud.

Quiero terminar con esta frase de esta canción llamada El bichito de Arbolito (grupo de folk rock argentino) que me parece que cuadra con mi idea: 

"Las revoluciones (dijo) se hacen con una sonrisa. Empecemos por ahí". 


No dejemos de jugar porque jugar no es un premio. Jugar es un derecho.


¡¡¡Un abrazo para tod@s. Hasta la próxima!!!