lunes, 20 de mayo de 2013

¡¡¡Queremos partos respetados!!!

Este post surge en ocasión de la Semana Mundial por el Parto Respetado (del 20 al 27 de mayo). Y aquí va mi experiencia...

Ya les había contando en otra oportunidad parte de mi experiencia fallida con la lactancia (ver I yII), pienso que gran parte de mi fracaso tiene que ver con el maltrato obstétrico que sufrí desde semanas previas al nacimiento de Muriel.

Una noche de la semana 39 empecé a tener hipertensión. Sentía un cosquilleo en todo el cuerpo y que la cabeza me iba a estallar. Para mí era una sensación totalmente desconocida porque siempre fui más bien hipotensa. Entonces Demián me controla la presión y rondaba los 160/110. Salimos de tiro para el Sanatorio. Cuando llegamos me controlan y me había bajado a 150/90. Me tienen un rato en observaciones, me monitorean y me hacen un análisis de sangre. Todo daba bien así que cuando se normalizó la presión me mandaron a casa. 

Esta situación se repitió 5 veces en las dos semanas que faltaban. Así caía en la guardia cada dos noches con presión alta y me mandaban de vuelta a casa. Ya conocía a todos los médicos de guardia, nunca eran las mismas caras. Una tarde de la semana 40, la presión me subió por las nubes. Yo estaba sola en casa porque a esa hora Demián trabajaba. La llamé a mi hermana menor (que además es hipertensa y que había sido madre 14 meses antes y con la que compartimos ginecólogo y obstetra hasta que cambié de Obra Social por la del trabajo de Demián) y le conté lo que pasaba. Ella se comunicó con nuestro doc J, que si bien sabía mi situación económica, seguía mi embarazo de cerca. Yo sufría porque él no iba a poder estar en mi parto. En la obra social en la que estoy afiliada no dejaban entrar a médicos ni parteras de afuera. Él me tranquilizaba pero yo estaba aterrada porque la primera obstetra que me tocó para control a los 5 meses de embarazo me había tratado mal y de hecho me derivó a alto riesgo en la primera de cambio. Por suerte, el obstetra de alto riesgo era más amable y así pasé mis últimos meses de embarazo. Pero J seguía mi embarazo escribiéndome por mail o por whatsapp con mi hermana (tecnología con la que yo no contaba).

Así fue que esa tarde de febrero, doc J pidió que lo fuera a ver urgente a su consultorio porque mi presión superaba los 170/120. Entré en pánico y lo llamé a Demián. Él trabajaba desde hacía pocos meses para la obra social que teníamos, así que llamó a Dirección Médica y les contó mi situación. Que había ido 5 veces a la guardia con presión alta y me mandaban de vuelta, que ahora la tenía por las nubes, etc. Lo mandaron a llevarme a la guardia del Sanatorio, pero yo quería ir con mi doc J. Demián me aseguró que no me iban a mandar de vuelta a casa y entonces fui acompañada de mis papás que vinieron a buscarme.

(Previo a ésto yo estaba con reposo absoluto desde la semana 35 por disminución de líquido amniótico)

Llegamos al Sanatorio y allá me esperaba Demián. Entré a la guardia de obstetricia y me controlaron la presión. La tenía alta así que hicieron los estudios de rutina más el monitoreo. Ya estaba acostumbrada al monitoreo porque comenzaron a hacérmelos en la semana 36 y sabía que Muriel tenía un latido de 160 normalmente. Ese día no superaba los 120 y si bien estaba dentro de los parámetros yo sabía que no estaba bien. Otra vez los análisis me dan bien. Entonces la médica de turno de ese viernes, en adelante M (la encontrarán también al final de éste post), me preguntó de mala manera, qué relación tenía con Dirección Médica, yo temblé porque supe que me iban a mandar a casa otra vez y tenía miedo por Muriel. Así fue que mi suegra (médica y diabetóloga) quiso hablar con M para saber cómo estábamos pero ésta la ninguneó (no sería la única vez, ya que durante mi postparto también quiso hablar con ella y ésta se negó).
En fin, en las obras sociales esperan hasta la semana 41 para inducir el parto a como de lugar. Yo estoy a favor y defiendo el parto natural a ultranza, habiendo pasado por una cesárea sin elección y de urgencia. Nunca tuve contracciones de parto hasta la semana 41 cuando me fui a internar. No llegué con contracciones. Me hicieron la ficha y al rato vino un doctor y me hizo un tacto (doloroso fue poco) que desgarró algo en mí y empecé con hemorragia. Y acto seguido, contracciones cada 3 minutos. Cuando vi toda esa sangre en el piso me asusté mucho, no me había dado cuenta hasta que me hicieron parar y ahí se armó el charco.
El monitoreo de Muriel rondaba los 110 latidos por minuto, para mí muy bajo, ella nunca bajaba de 160-150. Nadie le prestaba atención a eso.
Al rato estaba lista la habitación y me llevan a esperar dilatación ahí. A pesar de todo, me sentía feliz porque sabía que faltaba poco para conocer a mi hija. Eso fue al mediodía. Unas horas más tarde me levanto para ir a orinar y veo un líquido verde en el paño que me habían puesto. Salgo del baño alarmada, sabía que era líquido meconial, señal de sufrimiento fetal. La llamo a la partera de turno y le cuento. Me dice que no es nada y se va. Vuelve a la media hora y me hace tacto. Tenía 4 de dilatación. Muy poco. Se va y viene la obstetra de turno: "mami, no te asustes, vamos a tener que hacer una cesárea porque rompiste bolsa con líquido meconial y no tenés dilatación. Ni bien se desocupe el quirófano entrás vos". Me quedé atónita y el miedo se apoderó de mí. Eran más de las 5 de la tarde. Las contracciones eran cada vez más intensas con la bolsa rota. Venían cada menos de un minuto y la última a penas me daba respiro para la siguiente. Respiraba hondo y cruzaba los dedos para que Muriel estuviera bien. Pensaba en qué fácil habría sido todo si me hubieran inducido el parto cuando tuve el mayor pico de presión. Habían pasado una semana y la gorda me decía que algo no estaba bien.
A las 6 y 20 de la tarde me vienen a buscar los camilleros para bajarme a quirófano. Mi mamá lloraba de la emoción y de la bronca por verme sufrir. No se había separado de mí desde que me dieron habitación. Demián me apretó la mano y me dio un beso con un "te amo, va a estar todo bien". No lo iban a dejar presenciar el parto porque era cesárea pero tenía que estar listo para cuando llevaran a Muriel al control neonatal.
Entré a quirófano, por suerte las instrumentistas y el anestesista me hicieron sentir lo más cómoda que una mujer se puede sentir en una situación de vulnerabilidad tal. Me preguntaronpor mi bebé. Su sexo y nombre y por qué lo había elegido. Yo apenas podía respirar con las contracciones. Me avisan que me van a dar la peridural y que me va a doler. Juro que no sentí el pinchazo. Las mamás saben lo fuerte que son las contracciones al romper bolsa. 
Cuando llegaron los médicos, empiezó la cesárea. El anestesista me apretó fuerte la mano y me dijo que todo iba a estar bien. Yo extrañaba a Demián. Me sentía sola en aquel lugar frío. Ellos hablaban de sus vidas cotidianas mientras yo sentía como me zamarreaban. Sentía los movimientos y cuando cortaron. No era dolor pero era una sensación horrible a la vez. En eso me dicen. "Es preciosa tu hija" y me bajan la cortina para verla. Ese fue el momento más emocionante, feliz y triste de mi vida. No me dejaron sentirla, olerla, besarla. Se la llevaron. Se justificaron diciendo que nació con hipotermia e hipoglucemia de 42 semanas (Sí, como leen! de 42 semanas) con 2.820 kg. Un peso bajísimo para la edad. En eso escucho un "está listo el papá para recibirla?". Eso me tranquilizó. Al menos él iba a poder besarla.
Terminan de suturar la herida y la obstetra me dice que Muriel iba ir unas horas a neo para su recuperación, que había sufrido envejecimiento fetal (Ehh???). Lloré. Lloré como nunca. Ahí sola, sin mi panza, sin mi bebé, en una sala de recuperación más fría que el polo sur.
Pasó el tiempo requerido para la anestesia y entonces me suben a la habitación. Arriba me esperaba Demián que me besó y me dijo: "Es preciosa". Sonrío y me largo a llorar. Quería estar con mi pequeña pequeñita. Besarla y decirle que no tuviera miedo. Que juntas nada podría contra nosotras. Que éramos un equipo desde el momento en que empezó a latir en mi panza. Las cosas no fueron como habríamos querido. Yo sé que sufrimos las dos por esa separación.
Por eso, hoy me pongo la camiseta y exijo parto respetado para todas. Que ninguna mamá más sufra la separación de su bebé. Basta de violencia obstétrica.
En Argentina está reglamentado desde 2004 bajo la ley 25.929 de Parto Respetado. Lamentablemente yo conocí la ley después porque nadie te informa de tus derechos antes de parir. Hoy me pongo la camiseta con la esperanza de que todas las mujeres argentinas conozcan sus derechos y sus médicos los respeten. Que no dos de vergüenza gritar a los cuatro vientos:

¡¡¡Queremos partos respetados!!! Es nuestro derecho.





10 comentarios:

  1. Pao preciosa..! gracias por compartir tu experiencia, se lo dificil q debio ser para ti, nosotros pasamos x algo similar... q desgracia del sistema de salud, !!! es muy similar en méxico o talvez hasta peor..!

    lo unico bueno de toda esta historia q hoy cuentas, es Muriel... y el hecho de q lo vivido nos sirva para concientizar y orientar... y xq no llegar ignorantes al proceso de parto es responsabilidad nuestra...

    yo tbn me pongo la camiseta...! queremos partos respetados...!

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    1. Gracias Tania! Es como vos decís! Lo único bueno es mi hija Muriel.

      El sistema de salud está cada vez peor, pero el trato deshumanizado es lo más lamentable.

      Claro, que si hoy tuviera que volver el tiempo atrás trataría de absorber toda la información posible y me pelearía con quien fuera necesario por defender nuestros derechos!!!

      Que bueno que no estamos solas, ya voy a pasar por mi duelo. Este es un primer paso para liberarnos.

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  2. Sólo nosotras nos entendemos porque hemos de llevar esa cruz por siempre. Por lo menos pudiste sentir las contracciones y sólo te falto poco para tener a Muriel en brazos, a mi ni siquiera me dieron la libertad de sentir esto que tanto quise, porque yo sabía que era parte de este proceso. Un relato conmovedor, todos tenemos nuestra propia historia, pero definitivamente algo nos une: la violencia obstétrica. Por eso, hay que alzar nuestras voces, contar nuestras anécdotas y unir esfuerzos porque esto es lamentable que siga sucediendo. Me alegra que compartas esto con el resto del mundo, sólo nosotras podemos hacer el cambio, y esta es la mejor manera. Muchos besos y fortalezcamos esta unión.

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    1. Merlín, que triste! Sí, es una marca de por vida (en mi caso nunca me había operado antes) pero lo bueno de todo esto es lo que vos decís: Algo nos una y es la violencia obstétrica y nuestra lucha para que las cosas cambien. Sabemos que no estamos sola porque lamentablemente somos muchas! No obstante rescatemos y fortalezcamos esta unión que a la vez no da poder y voz para trascender fronteras!!!

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  3. que dificil!!!! me lleno de bronca cuadno leo relatos asi... bronca contra los medicos y el sistema medico en general. estamos unidas por nuestra lucha contra la violencia obstetrica, hacer conocer nuestras historias es importante para ayduar a otras mamas a que no pasen por lo mismo.
    Te mando un fuerte abrazo... y espero que Muriel y vos hayan podido sanar parte de ese comienzo doloroso.

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    1. Sí, yo también... esta semana me movilizó mucho y al leer otras historias de violencia obstétrica no podía dejar de enojarme por la cantidad de casos. Que bueno que no estamos solas, unidas podemos colaborar, luchar para cambiar las cosas y como vos decís ayudar a que otras mamás no pasen por lo mismo. Gracias por tu abrazo, te aseguro que aunque es una marca dolorosa hoy puedo contarla y disfrutar plenamente de mi hija, como las dos nos merecemos. Mucho tiene que ver el blog que me ayudó como una terapia y catársis!!!

      Otro abrazo fuerte para vos y un besito a "nunú".

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  4. me diste escalofríos con tu relato, hasta me saltaron las lágrimas. te abrazo y me pongo la camiseta con vos.

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  5. Gracias por tu abrazo y por ponerte la camiseta!!! Yo también lloro cuando lo leo (cuando leo cualquier caso de violencia obstétrica). Me di cuenta que lo escribí tan tensionada que me mandé mil errores de redacción. Lo bueno fue poder sacarlo afuera.

    Otro abrazo desde acá y un beso grande :)

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  6. Vaya, que situación más dura, quede horas de sufrimiento. La separación de la madre es brutal, está estudiado que los niños se recuperan antes sobre el pecho de su mamá. Menos mal que al final todo fue bien y Muriel tiene una madre luchadora y que la quiere.
    Abrazos

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    1. Gracias por tus palabras Didi, como decís vos al final todo salió bien y Muriel es una nena amorosa y muy amada!!!

      Abrazotes

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Me harías muy feliz si me dejaras un comentario, che!!!

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